viernes, 1 de abril de 2011

Decisiones*


Éste mes es el mes en el que mucha gente aprovecha para sacar los disfraces del placard o los alquilan. Echan a volar su imaginación para convertirse en un sin número de íconos que sólo pueden ser una vez al año. El objetivo es asustar, pero la tradición se ha tornado en simplemente disfrazarse sin importar de qué.
No es casualidad que a mucha gente, en esta época del año, le encanta disfrazarse de algo que siempre quiso ser o de algo que admirateme o encuentra chistoso. No es casualidad que sea uno de los eventos más importantes y conocidos en el mundo, sin contar Navidad. Todos queremos, por lo menos una vez al año, ser alguien más.
Este tipo de disfraces creados y socialmente aceptados, se encapsulan en un solo día, pero hay otro tipo de disfraces que suceden todos los días y de los que pocos nos damos cuenta.
Salir al mundo, conocer gente, socializar, trabajar, vivir, es un trabajo complicado pero que vale la pena. Entre más vivimos convivimos, más nos entrenamos en cómo hacerlo; en qué mecanismos de defensa usar, qué clase de cara mostrar. Sin duda, estamos llenos de disfraces.
Basta con un primer golpe para querer cubrirse. Basta con un primer desencuentro para no querer mostrarse vulnerable. La única manera que conocemos de no lastimarnos es escondiéndonos, y qué mejor manera de esconderse que detrás de una máscara. Hay muchos tipos de máscaras, muchos tipos de disfraces. Algunos vienen en forma de mentira, otros en forma agresión, otros en forma de autodestrucción, de manipulación, de botella, en fin, no hay espacio para numerarlos todos. Todos los días decidimos si disfrazarnos o no. Si nos mostramos como somos o si ponemos la máscara de "estoy bien, no me pasa nada" cuando pasa todo. O si decidimos usar el disfraz de "claro que no te extraño, ni me acuerdo quién sos". Incluso hay disfraces completamente inconscientes que ni siquiera sabemos que tenemos puestos.
Todos los días podemos tomar la decisión de si ponernos la máscara, vestirnos con un disfraz o salir al mundo como somos. Sin esconder, sin agredir, sin mentir, sin lastimar. Porque al final, los disfraces se ensucian, están muy vistos, cansan, dan calor y ya nadie los quiere ver. Ya todos se aburren de la misma bruja de todos los años, o del mismo Batman de todas las fiestas.
También se aburrirán del/la misma mentiros@, del/la mism@ antisocial, del/la mism@ manipulador, del mismo disfraz que no deja mostrar quién sos verdaderamente.
Dejemos que esta tradición viva sólo una vez al año pero deshagámonos de los disfraces de todos los días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario