Perseguir a alguien en la calle. Presentarse a su casa sin avisar. Investigar todos sus movimientos. Contratar a un detective para que siga a la persona que te interesa. Verla sin que te vea. Comportamientos que están mal vistos no sólo por la sociedad sino por la ley. Alguien que hace eso, que está obsesionado de esa forma, se considera una persona enferma y probablemente acabe en la cárcel o con una restricción de distancia impuesta por la ley.
Las redes sociales nos han permitido tener ese comportamiento sin que realmente esté considerado una enfermedad, o por lo menos no una que ya esté aprobada por la asociación de psiquiatría, y nadie se va a ir a la cárcel por ver una y otra vez el perfil de Facebook de una persona.
TODOS, en algún momento o en otro, hemos utilizado alguna red social para averiguar acerca de la vida de otras personas. La diferencia es que cada persona pone la información que quiere mostrar, es una especie de permiso de invasión de privacidad no privada.
Cuando estás en una relación tu peor enemigo son las redes sociales, y cuando estás fuera de una relación también. Hay un sin número de historias de parejas que se pelean, cortan, se divorcian, por lo que ven en Facebook, por lo que dijo alguien más, por la foto, por el mensaje, por el twitt.
¿Qué es lo que nos impulsa a haber cortado con alguien y días, horas o meses después, meternos a su Facebook o a cualquier otro lugar donde sabemos que tiene información, y ver todo lo que está haciendo? ¿Cómo es su novio ahora? ¿Qué hizo ayer? ¿Está saliendo con alguien? ¿Ya me olvidó?
El problema es que cualquier cosa que veas y leas lo vas a malinterpretar porque tu cerebro y tu corazón no están funcionando correctamente. Traicionan. No lees o ves con los ojos sino con el ego que está completamente dañado.
Las redes sociales han logrado sacar en todos el stalker que llevamos dentro.
Y luego todos nos preguntamos porqué no podemos superar a alguien. ¿Por qué? Porque no te dejas. Porque sabes que está allá afuera viviendo sin vos, superándote y tienes toda la información que lo comprueba y ahí es donde a todos tus demonios les gusta jugar. Malinterpretar cualquier cosa, imaginar lo peor, enojarte sin sentido.
Y lo mismo pasa dentro de una relación. El más mínimo celo se puede volver el problema más grande. "¿Quién es ese que te escribió en tu muro?" Es más, ni siquiera tiene que ser algo presente. Está ahí todo tu pasado, y se enterarán de él con 5 clicks. El problema es que no es culpa de nadie mas que de nosotros. De quien sube la información y de quien la ve.
Ya se perdió el misterio. Si quieres conocer a alguien que te quieren presentar, te metes a su Facebook, si lo tiene bloqueado lo buscas en Twitter, si no tiene ninguno de los dos las probabilidades de que conozcas a esa persona en PERSONA cada vez son menores.
Somos víctimas de nuestra propia libertad. La obsesión y los problemas creados por las redes sociales se han vuelto parte cotidiana de nuestra vida emocional.
No digo que hay que eliminarlas sino hay que tener consciente que ese no es el mejor medio para llevar una vida emocional. Que torturarnos viendo el pasado y presente de personas en nuestro pasado y presente, a lo único que lleva es a un futuro cuestionable y un presente doloroso.
Hay que saber frenar la obsesión y empezar a lidiar con la vida por fuera si queremos que el mundo emocional tenga alguna oportunidad de sobrevivir.
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